A punto de acabar oficialmente mi primer año de universidad, a falta de cuatro exámenes para ello, puedo decir con la mano en el corazón y con la voz en alto que he encontrado mi vocación.
Me recuerdo hace un año, habiendo acabado la selectividad, esperando la nota de los exámenes y con la cabeza perdida sin saber qué me depararía el futuro en unos meses.
Finalmente el destino eligió por mi y me llevó por el camino que hoy amo con locura, la enfermería.
Lamentablemente, mi nota media de selectividad + bachillerato no fue suficiente para entrar en la universidad pública, pero por suerte había echado la preinscripción en la universidad privada de mi ciudad y... ¡me aceptaron!
Recuerdo pasarme todo el verano haciéndome preguntas sobre la universidad: ¿sería esta la carrera que me gustase? ¿sería mi vocación? ¿estaría preparada para ello? ¿haría amigos?... Mil preguntas y una respuesta conjunta para todas ellas: sí.
El primer día consistió en una breve presentación de lo que iba a ser el curso y el plan de estudios, nos dieron una vuelta por la universidad, aunque yo ya la conocía, y nos enseñaron el aula donde tantas horas, alegrías y penas pasaría.
Llegaron las novatadas y con ellas la incertidumbre de no saber si ir o no, a pesar de que me considero bastante sociable me cuesta bastante entablar conversación con la gente, pero decidí ir y fue la mejor decisión, conocí a un montón de gente, entablé amistad con otra, me reí hasta llorar y me llenaron de diversos restos orgánicos tales como huevos, vinagre, vino, ketchup, mayonesa, harina....
Según pasaba el tiempo hice amistad con un grupo bastante grande de gente, y en concreto con cinco chicas maravillosas.
Llegó el momento de hacer las prácticas, me tocó el último rotatorio, el peor. No tenía tiempo para casi nada, los finales estaban a dos semanas y teníamos que pasarnos toda la tarde en la residencia... pero mereció la pena. Tuve la suerte, aunque entonces no lo sabía, de que mis primeras prácticas fueron en una residencia asistida, es decir, con personas mayores. Cambié totalmente de opinión, pensaba que la geriatría no me iba a gustar pero he salido enamorada de mis pacientes, de sus días buenos y de sus días malos.
El primer día fue todo un caos, el primer trabajo que hice fue ayudar a cambiar pañales y a hacer camas. Y es que para llegar a lo más alto y poder mandar hay que empezar desde abajo y aprender con humildad, porque estamos tratando con personas, no con máquinas.
Me he llevado tirones de pelo, puñetazos varios, insultos, amenazas... pero también mucho amor. Hay que comprender que la mayoría de estas personas tienen enfermedades como demencia o alzheimer, y no se le puede exigir el mismo nivel de cordura, razonamiento y educación que a una persona que no las padezca. He comprendido que siempre hay mil maneras de decir las cosas, y que la mejor es con amor, aunque a veces haya que usar un tono autoritario, hay que aprender a distinguirlo del tono agresivo. He tenido oportunidad de conocer a enfermeras y auxiliares de enfermería maravillosas, que me han enseñado muchísimo, que me animaban con sus anécdotas y experiencias... aunque también las he conocido que son todo lo contrario, me quedo con las buenas.
Acabé las prácticas agotada pero enamorada, he aprendido a apreciar un simple gracias, a tener paciencia y a repetir las cosas mil veces, y cada vez de una manera diferente sin perder las formas. He aprendido a tratar con familiares y pacientes difíciles, y he aprendido la gratitud de otros cuando haces bien tu trabajo poniendo empeño y cariño. He aprendido que con esfuerzo y sacrificio todo se puede lograr. He aprendido que esto no va a ser un trabajo fácil, que me faltarán horas de sueño, que perderé la paciencia, que no tendré horas suficientes en el día, que el pijama se mancha, que los zuecos acaban dando dolor de pies y pesadez de piernas, que los guantes se rompen, que los pacientes pueden agotar y que hay gente con verdadera vocación, amor y pasión por su trabajo. He aprendido lo que es ser enfermera, y he aprendido que quiero ser enfermera.
Mamá, papá, de mayor voy a ser enfermera, y que Nightingale me ayude a conseguirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario